dimarts, 9 de juny del 2009

La Vanguardia, 08.06.2009. Primer estreno en Riad de una película comercial en tres décadas.

RIAD - Afp
Los clérigos achacan los temblores de tierra del oeste del país a la ira de Alá por permitir el cine
Centenares de saudíes desafiaron el sábado por la tarde a un pequeño grupo ultraconservador que pretendía impedirles asistir a la proyección pública de un filme comercial, algo inédito en la capital saudí desde hace tres decenios. Palomitas y bebidas gaseosas sobre las rodillas, más de 300 espectadores, todos hombres, reunidos en el vasto centro cultural del Rey Fahd, han aclamado, silbado y aplaudido entusiasmados cuando en la pantalla aparecían las primeras imágenes del filme Manahi y la música inundaba la sala. "Es el principio del cambio", comentó Ahmed al Mokayed, un estudiante que fue a ver la película acompañado de su hermano y de un primo. Abdel Mohsen al Mani, un hombre de negocios que fue con sus dos hijos mostraba su entusiasmo. "Es la primera etapa de una revolución pacífica". "Yo no quiero que mis hijos crezcan en la ignorancia. Les he dicho que ellos hablarán más tarde de todo esto como de un chiste". Pero el camino ha sido largo y nadie tiene la certeza de que este día constituya el preludio de una industria del cine próspera en un país que cuenta con una oposición descarnada en los clérigos ultraconservadores. La clerecía considera que la música, el cine y todas las otras formas de ocio atentan contra el islam. La policía tuvo que aplacar la ira de un reducido número de activistas que se apostaron a las puertas del centro cultural para denunciar el cine como una fuente de desastres para el país. Citan, como apoyo a esta teoría, una serie de recientes temblores de tierra de baja intensidad en el oeste del reino. "Alá nos castiga a causa del cine. Es contrario al islam", dijo uno de ellos. Manahi es una comedia que narra las peripecias de un palurdo de campo que va a la ciudad y, sobre todo, cuenta los infortunios de los pequeños ahorradores confrontados a las fluctuaciones de los mercados bursátiles. El filme saudí había sido proyectado en diciembre en Yida, la capital económica del país, en el mar Rojo, una ciudad más abierta y tolerante que la austera Riad. Su productora, Rotana, una empresa de capital saudí, había prometido que el filme sería exhibido pronto en la capital. Pero ha tardado más de cinco meses en conseguir autorización del Gobierno. El intento de llevar el filme a otras localidades ha sido bloqueado por las autoridades religiosas. "Nuestra sociedad es rehén por esta gente", dice un portavoz de Rotana, empresa en la que participa el príncipe Al Walid ibn Talal, sobrino del rey Abdalah y uno de los hombres más ricos del planeta. Durante las proyecciones de Yida, las mujeres fueron separadas de los hombres, en aplicación de la estricta segregación de sexos en vigor en Arabia.