dissabte, 11 de desembre del 2010

Evidencias lacerantes. Pilar Rahola. La Vanguardia. 19/11/2010

Con Israel, indignación interplanetaria a la primera que se mueve un soldado. Pero con Marruecos, café turco a las cinco y pelillos saharauis a la mar, que el emir de los creyentes no está para tonterías.

Perdonen la impertinente pregunta que planteo en dos partes. Primera: ¿por qué a la ONU le resulta tan fácil hacer resoluciones acusatorias contra una democracia vulnerable, que sufre décadas de acoso violento, cuya integridad es amenazada por poderosos países, y que está rodeada de organizaciones fundamentalistas que tienen como objetivo su destrucción? Y la segunda: ¿por qué a la ONU le resulta tan difícil hacer algún papelito, ni que sea de buen rollo, contra una dictadura que nadie considera objeto de sus deseos nucleares, que no está rodeada de feroces enemigos y cuyo problema nacional pendiente no es defendido por grupos terroristas? Es decir, puestos a defender los tan manipulados derechos humanos, ¿por qué la ONU se atreve con una democracia en riesgo, y no con una dictadura que no sufre ninguno? Con Israel, indignación interplanetaria a la primera que se mueve un soldado. Pero con Marruecos, café turco a las cinco y pelillos saharauis a la mar, que el emir de los creyentes no está para tonterías.

Es decir, un país que mantiene una democracia contra viento y marea, que tiene tiempo para invertir en conocimiento, que sufre desde guerras de países vecinos hasta ataques terroristas indiscriminados y que, con todo, consigue mantener a su población en un respetable nivel de vida, es el blanco de las iras de la ONU. Pero un país dictatorial, que mantiene al 41% de su población en la pobreza, pasto fácil de los discursos fanáticos, que no sufre el acoso de ningún vecino violento y que ha exportado algunos de los terroristas más violentos del yihadismo (entre ellos, los del 11-M), no sólo no es el blanco de la ONU, sino que es el amigo para siempre. Contra Israel se organiza un poderoso ejército en el norte, Hizbulah, y una violenta organización en el sur, Hamas, ambos financiados por países poderosos como Irán, y sin embargo no tiene derecho a la defensa. Contra Marruecos se organizan unos cuantos miles de pobres saharauis, abandonados a su suerte, cuya causa pacífica nunca ha violentado la seguridad del Estado, y tiene el derecho a hacer lo que le da la gana. Y es que la ONU, contra Israel vive muy bien, pero contra Marruecos ni parpadea.

¿Por qué? ¿Será porque los poderosos países del petrodólar mueven sus hilos contra Israel y nunca lo harán contra Marruecos? ¿Será porque los saharauis no interesan al islam? ¿Será porque Israel es una democracia y eso resulta intolerable? ¿Será que la ONU no manda? Será, absolutamente dominada por los intereses de las poderosas dictaduras que la conforman. El tema, querida ONU, nunca han sido los derechos humanos. Por eso contra Israel vale todo. Porque la causa no es la defensa palestina. La causa es la destrucción de un cuerpo democrático anómalo que rompe los esquemas del islam. Israel no es digerible, pero ¿Marruecos? Marruecos es una dictadura. ¿Cuál es el problema?